viernes, 5 de diciembre de 2008

Mudanza

A topa tolondro se traslada. A partir de hoy, podréis leerlo aquí.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Patrias

Hoy copio este fragmento de Los sótanos del mundo:

"Aquel chacal moribundo de los orígenes de Yibuti, una versión miserable de la loba romana, murió de hambre de la misma manera en que hoy mueren demasiados yibutíes. Los nómadas, que llevan su patria en la planta de los pies, se las arreglan para malvivir en el puro desierto, a la sombra de una acacia solitaria o en una tienda de ramas y pieles, con una decena de cabras y un par de camellos. Su destino pende de las nubes: necesitan alguna lluvia ocasional que renueve los pozos. Muchas mujeres de las aldeas caminan un par de horas bajo el sol hasta el pozo más cercano, cargan a sus espaldas bidones de veinte litros y regresan. Los náufragos de la ciudad, a su vez, se apelotonan en estos suburbios, donde la porquería de las calles apesta y las familias con una decena de hijos consagran el día a su único objetivo: escarbar en la desolación en busca de algo para comer, una batalla desesperante que se reanuda todos los días. Los adultos distraen el hambre mascando hojas de kat. Los bebés mueren deshidratados por las diarreas. En el país más tórrido del mundo los niños y las cabras se disputan el agua en las mismas latas oxidadas.

Uno de cada siete niños muere en sus primeros años de vida. Un adulto de 50 años está ya desdentado, tuerto o cojo, es un anciano con los días contados. La esperanza de vida para los hombres se planta en los 49,01 años, con el retintín de ese 0,01 que recuerda a una condena: 49 años y un día. En las listas que miden el bienestar de las naciones, Yibuti siempre merodea el farolillo rojo.

Sin embargo, en el paseo me acompaña una nube de niños alegres. Entre sus risas se cuela una estadística que taladra las sienes: dos o tres de ellos morirán antes de crecer metro y medio. Una vacuna lo evitaría por cuatro duros. Los adultos -analfabetos, esqueléticos, mutilados- se acercan a chocarme los cinco y sacan una sonrisa de piano. Son todo muñones: cicatrices de las minas o de infecciones cortadas por lo sano. Ellos, al menos, son los orgullosos supervivientes que aún podrán vivir los cinco o diez años más que les promete la estadística. Un niño flaco y espabilado arrebata la cáscara de mango que chupaba una cabra y la apura a lengüetazos.

En mi patria, según decimos, somos los que mejor comemos del mundo. Comemos en abundancia y con pausa. Entre los aperitivos y el primer plato, algunos tienen tiempo para convencerse de que la patria es mérito. En los postres se brinda y solemos cantar.

Quien viaja tiene que intentar hacerse daño. Yo, al menos, tengo que viajar para que los orgullos de mi tierra me duelan como es necesario".

martes, 2 de diciembre de 2008

Despedida con palíndromo

Ayer murió Mikel Laboa. Zerbaitek 'krak' egin digu bihotzean.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Consejos con tacto

A raíz del reportaje "Periodistas sin redacción", he recibido un puñado de cartas de lectores muy amables. Unos me cuentan su pasión por los viajes y sus ansias por soltar amarras, Jaime me envía el vídeo marchoso con el que participó en cierto concurso de una agencia, otros me preguntan cómo se puede vivir viajando y escribiendo, hay quien desea irse "de viaje con el viento" y "refugiarse del frío de la solvencia para dar a luz el reflejo del mundo de los que no ven, y de los que no quieren ver".

Y luego está el gran Carlos, a quien no tengo el gusto de conocer, pero que se preocupa al ver mis fotos en la vespa:

"Papo: Checate la próstata, manejar en esa posición durante tanto tiempo hace que el peso del cuerpo recaiga en esa glándula. Te lo digo por experiencia propia.Yo manejo una moto y me pongo de lado, es decir, apoyo una nalga en el asiento y luego la otra. Manejo un promedio de una hora diario. Hazte un tacto rectal. No es broma. Escribes muy bien. Suerte. Saludos, Carlos".

(Para tranquilizar a Carlos y sobre todo a mí mismo: en la siguiente foto se aprecia cómo giro mis nalgas para facilitar la correcta irrigación de las glándulas).

jueves, 27 de noviembre de 2008

La dudosa fama del frílans

Suelo explicar que trabajo por mi cuenta. Es que no sé cómo decirlo con una sola palabra. Cuando me preguntan si soy freelance suelo responder que sí, aunque me da un poco de apuro: a mí freelance me suena a periodista vestido con chaleco de muchos bolsillos y casco, con la cámara al hombro mientras corre entre explosiones (freelance también parece un lema: "liberad a Armstrong"). También suelo decir que soy autónomo: el término es laboralmente correcto, pero parece más una declaración de intenciones que una descripción de la realidad.

La palabra más precisa, la que de verdad me gusta, es destajista. Lo malo, la rima: ¡periodista destajista!

El Ciberpaís, suplemento del diario El País, publica hoy un reportaje dedicado a periodistas destajistas. Se titula "Periodistas sin redacción" y tengo el honor de aparecer en él... de esta guisa:


A lo largo del reportaje, los periodistas David Beriáin, Sergio Caro, Juan Pablo Meneses, Emanuele Giusto y un servidor hablamos de las maravillosas ventajas de internet, que rompe la dependencia física y nos permite trabajar desde cualquier sitio, de la libertad para organizarnos el tiempo y el trabajo... Pero no nos engañemos. Estos hábitos tan modelnos y tan sofisticados suenan un poco sospechosos, porque en el fondo somos gente que no pisamos un lugar de trabajo comodiosmanda -una oficina, un aula, una redacción-. Así lo muestra el final del reportaje, con la sentencia que me clavó nuestra vecina, una viuda maléfica, malhumorada, pesadísima y entrometida (el periodista de El País ha tenido la delicadeza de obviar esta descripción), cuando una mañana se encontró con Francis en el portal. "Ay, mi chica", le dijo. "No paras en todo el día, de aquí para allá, ir al trabajo, volver del trabajo...". Y con una compasión bien medida: "Claro, como el chico se pasa todo el día en casa...".

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Antxon Iturriza, la memoria del montañismo vasco

El amigo Antxon Iturriza, cronista de montaña desde 1976, se tiró una década escribiendo la maratoniana Historia testimonial del montañismo vasco en tres tomos: "El descubrimiento de la montaña (1848-1936), "De los Pirineos al Himalaya (1939-1980)" y "Tiempos modernos (1981-2007)". Los libros son un filón de historias apasionantes, fotografías históricas y documentación detalladísima. Me consta que Antxon no ha visto un duro por semejante tarea titánica. Me levanto el cráneo.

El jueves 27 de noviembre, a las 19.30, en la casa de cultura Okendo (en el barrio donostiarra de Gros), Antxon dará una charla sobre la segunda parte de la historia (la que va desde la Guerra Civil hasta la ascensión de Martín Zabaleta al Everest en 1980). Sé que a unos cuantos lectores de este blog les apetecerá el plan. Pues nos veremos, porque yo no me lo pienso perder.

(La foto estaba aquí).

El ciclista que ganó a la Stasi


"El ciclista que ganó a la Stasi", reportaje de Carlos Arribas en El País. Es la tremenda historia de Wolfgang Lötzsch, el mejor ciclista de la RDA en los años 70. Se negó a ingresar en el Partido Comunista y las autoridades le hicieron la vida imposible: le expulsaron de su club, le prohibieron participar en los Mundiales, le vigilaron docenas de chivatos y espías de la Stasi, le encarcelaron durante diez meses. Siguió entrenándose, compitió sin equipo, le castigaban a salir con cinco minutos de retraso y aun así continuó ganando carreras. Eso sí que era plomo en los bolsillos.

Gracias por la pista, Rafa.

(La foto estaba aquí, en esta página que habla de la película que se estrenó el pasado verano sobre la vida de Lötzsch).

martes, 25 de noviembre de 2008

Todos somos calaveras (2)

El estellés Javier Hermoso de Mendoza acaba de publicar en su página una biografía muy interesante de Luis García Vidal, el escultor de las calaveras: un texto detallado, muchas fotos (las impresionantes obras de terracota, un tremendo autorretrato, las primeras calaveras, sus estancias como retratista en París...) y también un vídeo del Parque de los Desvelados y el audio de dos entrevistas.

Lo encontraréis en la columna de la izquierda (sección "Nuevos": "Calaveras II").

sábado, 22 de noviembre de 2008

Todos somos calaveras

El escultor Luis García Vidal decidió que a la muerte hay que hacerla visible, muy presente, para que no nos asuste. Y así creó el Jardín de los Desvelados, en Estella, donde las enormes calaveras y los coches descacharrados expresan esa inquietud.

Su historia es el último capítulo del libro Cuidadores de mundos. Por eso, la semana pasada quise ponerme en contacto con él para invitarle a la presentación del libro en Pamplona y para enviarle un ejemplar. Primero escribí a Javier Hermoso de Mendoza, un estellés que conocía bien a Luis y que solía decirme si el escultor andaba mejor o peor de salud, con más o menos fuerzas para atender visitas. Javier me respondió que Luis había desaparecido hacía varios meses y que acababan de confirmar que un cadáver encontrado en el río Ega era el suyo.

La noticia me dejó primero helado, luego triste. Repasé sus fotos, releí el capítulo de su historia y encontré un pequeño consuelo en las propias palabras de Luis. Copio un párrafo del libro:

"Después de sufrir un accidente de tráfico y de perder a un hermano por un cáncer feroz, llegó a la conclusión de que lo único que podemos hacer con la muerte es desvelarla y ponerla bien a la vista. “No hay nada más natural que la muerte. Si la ocultamos, sólo conseguimos tenerle miedo”, dice. Así ha labrado Luis, de 79 años, la naturalidad con la que habla de su propio final. En una de las calaveras más grandes, que aparece medio enterrada en la ladera, ha excavado una galería interior que va desde los dientes hasta la bóveda del cráneo. “Esa será mi tumba”, explica. “Los faraones hicieron las pirámides para que los enterraran, ¿no?, pues yo quiero que me entierren o que dejen mis cenizas dentro de la calavera, qué menos. Mira, ven, sácame una foto aquí, que se vea bien el hueco, y puedes poner: el artista mira su futura tumba. Ahí dentro estaré bien, tranquilo, sin disgustos”.

Aquí tenéis esa foto. Recuerdo muy bien aquel momento. Yo estaba algo impresionado y Luis se reía.


Me fui de Estella admirado por su serenidad y su buen humor. Pero también me fui con un cierto desasosiego. El escultor tenía 79 años, se le notaba cansado, envejecido, y hablaba con melancolía del deterioro de su obra. El acceso al Jardín de los Desvelados era libre las 24 horas del día y algunos visitantes maltrataban las calaveras. Algunas estaban en bastante mal estado y otras apenas asomaban de la tierra, medio devoradas por la vegetación. Luis soñaba con grandes proyectos escultóricos, como el de un avión estrellado con un montón de esqueletos desparramados. Pero apenas tenía fuerzas para frenar el deterioro de sus obras antiguas y ya parecía imposible que pudiera emprender nuevas. Quiso mostrarme el antiguo esplendor de su parque:

"Cuando fotografío las calaveras medio derruidas, Luis saca de su bolsa varias imágenes enmarcadas, en blanco y negro, en las que se ve el parque en su esplendor de hace 20 o 25 años: unas impresionantes calaveras de tres metros y medio de altura, admiradas por visitantes que a sus pies parecen liliputienses. Otra escultura, de la que hoy sólo queda medio cráneo hundido entre las zarzas, era entonces una gran calavera que lucía una dentadura perfecta y miraba al cielo con ojos aterrados. Los proyectos de nuevas obras bullen en el cerebro de Luis pero las fuerzas de sus brazos apenas le alcanzan para restaurar las deterioradas. Muestra las viejas fotos con nostalgia: “Mira, mira cómo era esto antes, fíjate qué esculturas. ¿No podrías publicar alguna de estas fotos, para que se sepa cómo eran las calaveras?”. Las fuerzas menguantes de Luis, la añoranza por aquella época vigorosa y el deterioro imparable de su obra van amasando, en el Jardín de los Desvelados, una metáfora triste".

Aquí tenéis una de esas fotos de los años 80:


Nadie más que Luis se encargaba de cuidar las calaveras, de manera que probablemente su obra irá desapareciendo poco a poco. Al pensar en ese triunfo del olvido, he entendido un poco mejor por qué escribimos.

* * *

Aún estamos a tiempo de visitar el Parque de los Desvelados. Y aquí está el capítulo del libro dedicado a Luis: Todos somos calaveras.

ACTUALIZACIÓN: Javier Hermoso de Mendoza acaba de colgar este vídeo sobre el Parque de los Desvelados, grabado el día en que apareció el cadáver de Luis.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Pornografía infantil

¿Has llegado aquí tecleando “lolitas”, “preteens”, "angels", "boy lover" “girl lover”, “childlover”, “pedoboy”, “boyboy”, “fetishboy” o “feet boy”?

No sigas buscando, por favor.

Hoy protestamos contra la pornografía infantil.

martes, 18 de noviembre de 2008

Presentaciones de Cuidadores de mundos

Esta semana presentamos Cuidadores de mundos en Pamplona y San Sebastián. También habrá algo en Durango y Madrid en próximas fechas.

PAMPLONA, jueves 20 de noviembre. A las 19.30.
En el auditorio del centro Civican (Avda Pío XII, 2).

SAN SEBASTIÁN, viernes 21 de noviembre. A las 19.30.
En la casa de cultura Ernest Lluch (estadio de Anoeta, entre las puertas 7 y 8).

NOTA: en la presentación de San Sebastián no habrá libros a la venta.

En los actos participarán Pep Bernadas, editor de Altaïr; Antonio Martínez Illán (en Pamplona), Josean Pérez Aguirre (en San Sebastián); y yo mismo, que daré una breve proyección con las historias de algunos protagonistas del libro (unos cuantos de ellos acudirán al acto). Después nos tomaremos un vinito. Si queréis y podéis, allí nos veremos.

Otros actos:

MADRID, miércoles 26 de noviembre. A las 13.00.
En la librería Altaïr (calle Gaztambide, 31), los editores darán una rueda de prensa para presentar la colección Heterodoxos, dentro de la cual se publica Cuidadores de mundos. Yo no estaré allí. Pero es posible que dentro de unos meses organicemos una proyección en esta librería con las historias de Cuidadores de mundos (y también en la de Barcelona).

DURANGO. El libro estará en la Feria de Durango. Y yo estaré en algún puesto (aún sin confirmar) el 6 o el 7 de diciembre. Por favor, no arrojen cacahuetes a los autores.


El libro ya está llegando a las librerías de carne y hueso y también a las virtuales: Altaïr, FNAC, La Central, La Casa del Libro, Laie, Desnivel, La Tienda Verde, De Viaje, Metrópolis, Muga, Elkar...

lunes, 17 de noviembre de 2008

Rajoy al asalto

Pobre Mariano. Se le ocurre visitar San Mamés y hay que ver cómo se le pone el ABC (clic para ampliar):

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Recuerdos en txuribeltz

Me lo cantó mi abuela hace dos semanas, rememorando rivalidades de hace ochenta años:

"La Real Sociedad tiene un portero,
que es Eizaguirre,
gran parador.
Que se rompe la cabeza contra el suelo
antes que le meta un gol
el Real Unión".

Hoy me lo volverá a cantar, muy contenta de que en estos tiempos de cataclismo txuriurdin al menos metan goles, y menudos goles, los vecinos de blanco y negro, los txuribeltz.

Y me acuerdo de aquella vez que paramos en el pantano de Yesa, en algunas vacaciones de nuestra infancia, y leímos en una placa que el constructor del embalse había sido René Petit. Mi madre nos contó que Petit había sido futbolista del Real Unión -el equipo en el que entonces jugaba mi tío Iñigo-. En realidad Petit empezó a jugar en el Real Madrid en 1914 , con apenas 15 años, porque estudiaba en la capital de España, y ganó un título de Copa como merengue. Pero en 1917 volvió al equipo de su ciudad, el potente Real Unión: viajaba en moto desde Madrid hasta Irún para jugar los partidos (¡ay, Carletto!). Y en 1918 ganó la final de Copa con el Real Unión... contra el Real Madrid.

Ahora tenemos blogs, pero la pena es que ya no inventamos canciones como las de mi abuela para inmortalizar estas pequeñas épicas. Será que es difícil rimar "tibia y peroné" con "administrador concursal".

martes, 11 de noviembre de 2008

La parte del perro

Mis abuelas solían darnos la txakurrena: una propina, un dinerillo, una pequeña paga. Txakurrena, de zakurrarena, significa literalmente "lo del perro" y siempre pensé que sería un calco en euskera de la perra chica y la perra grande: una moneda. Pues no.

Mis abuelas no lo sabían, pero al parecer el término proviene del mundo marinero. Entre los pescadores de Hondarribia (y supongo que de otros puertos vascos), la txakurrana era la parte de las ganancias que le correspondía al perro. Una especie de dinero negro.

Las explicaciones se las leí el año pasado al escritor Jesus Mari Mendizabal, alias Bizargorri (Barbarroja). Según cuenta Bizargorri, todos los barcos pesqueros llevaban a bordo perros espabilados. Cuando alguna merluza se liberaba del anzuelo y coleteaba en cubierta, el perro la atrapaba antes de que saltara de vuelta al agua. Por eso, al hacer el reparto de las ganancias, los pescadores contaban al perro como un tripulante más. Después de vender el pescado, la mitad del dinero se lo llevaba el armador. Y la otra mitad se distribuía entre los tripulantes. Pero si eran cinco hombres, hacían seis partes. La sexta era la txakurrana, la del perro.

Esa porción extra tenía varios usos. Si algún marinero no podía trabajar por enfermedad o por alguna otra causa, sus compañeros le donaban la txakurrana. Pero habitualmente era una parte no declarada del sueldo: el marinero cobraba el dinero que le correspondía y lo llevaba a casa, y además recibía en secreto la proporción del perro. Las madres y las mujeres de los marineros conocían la costumbre, pero no sabían cuánto se había repartido realmente, de manera que al hombre le quedaban unas monedas que podía gastar fuera del control matriarcal.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Motes guipuzcoanos

Los habitantes de cada pueblo guipuzcoano reciben su mote. Los donostiarras somos kaskarinak (ligeros de cascos), los oñatiarras son txantxikuak (¿ranas?), los oriotarras son ijituak (gitanos)... El periodista Félix Ibargutxi recopiló una larga lista de motes guipuzcoanos y escarbó en el curioso origen de algunos de ellos.

Aquí va la lista. Predominan los animales, con una amplia gama de noblezas: desde los lobos (otsoak: Ataun) hasta los parásitos que matan lapas (lapazorriak: Mutriku). En medio aparecen unos cuantos apelativos bastante curiosos: sartenes, apedreadores, comesopas...

Hay términos que no entiendo o que no sé traducir. Abundan los pueblos del Goierri y Tolosaldea, pero faltan bastantes de otras zonas guipuzcoanas. Se agradecen ayudas para explicar y completar la lista.

Abaltzisketa = txalburuak (renacuajos)

Alegi = txintxarriak (campanillas, cencerros)

Alkiza = oiloak (gallinas)

Altzaga = zakurrak (perros)

Altzo = tipulak (cebollas)

Amezketa = euliak (moscas)

Andoain = ontzak (búhos)

Arama = idiezizaleak (ni idea)

Asteasu = tranpazuloak (de trampa y agujero: ¿tramposos?)

Ataun = otsoak (lobos)

Azpeitia = zapoak (sapos)

Azkoitia = sakelak (ranas)

Baliarrain = zartagiak (sartenes)

Beasain = bareak (limacos)

Beizama = makilak (bastones)

Deba = tarinak (tarines)

Donostia = kaskarinak (ligeros de cascos)

Ezkio = otamotzak (árgomas)

Gabiria = makilariak (luchadores de varas)

Gaintza = zapoak (sapos)

Idiazabal = azeriak (zorros)

Lazkao = antzarrak (gansos, ocas)

Legazpi = ilintxak (?)

Legorreta = pikuak (higos)

Itsaso = harrikariak (apedreadores)

Itsasondo = ijitoak (gitanos)

Mutiloa = txerrigorriak (cerdos rojos)

Mutriku = lapazorriak (un parásito que mata lapas)

Oñati = txantxikuak (¿ranas?)

Ordizia = azak (berzas)

Orendain = eltxoak (mosquitos)

Orio = ijitoak

Ormaiztegi = harrikalariak (lanzadores de piedras)

Errezil = akerrak (cabrones)

Segura = zopajaleak (comesopas)

Tolosa = zuriak (falsos)

Zaldibia = arkakusoak (pulgas)

Zarautz = haizeak ("vientos"= casquivanos)

Zegama = beleak (cuervos)

Zerain = xaguak (ratones)

Zumarraga = otamotzak (árgomas)

jueves, 6 de noviembre de 2008

Qué nivel

Hace unos días hablábamos en este blog sobre el nivel cero de todas las altitudes españolas. Incluso indagamos en los motivos por los que ese nivel cero se estableció en la orilla del mar en Alicante y en el curioso modo en que se hizo (con esa fabulosa historia del funcionario que tomó las medidas del mar cuatro veces al día durante casi cuatro años, como un personaje de Saint-Exupéry). Pues bien: el alicantino Alvarhillo, lector y comentarista asiduo de este blog, tuvo el detallazo de enviarme un puñado de fotos para enseñarnos el Cero.

Alvarhillo, a quien pongo rostro por primera vez, señala con su dedo índice una placa encastrada en el suelo, en el famoso tercer escalón del Ayuntamiento de Alicante. Es difícil distinguirla en esta primera foto, pero veámosla con detalle:



Esa placa es el NP-1, la primera referencia de todas las mediciones españolas, y está situada 3,407 metros por encima del nivel medio del mar en Alicante.

Y a mí me tiene asombrado el nivel. El nivelazo de los lectores -y ya corresponsales -que visitan este blog y que a menudo me lo dejan hecho. Me da la impresión de que al blog le están saliendo patas y que, si lo dejo, seguirá andando solo.

Gracias, Alvarhillo, y que viva la blogosfera.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Más proyecciones

A partir de hoy el libro empezará a llegar a las librerías. Y vamos concretando las presentaciones, que espero anunciar pronto. Mientras tanto, dejo el aviso de las próximas proyecciones que tengo programadas. Una en castellano (Cuidadores de mundos) eta lau euskaraz (Mundu- zaintzaileak).

Azaroak 7: Gabiria (20.30).
Azaroak 14: Berastegi (21.30).
Abenduak 9: Aretxabaleta (Arkupe kultur etxea, 19.30).
Abenduak 18: Elgoibar (19.30).

12 de enero: Civivox de Iturrama, Pamplona (19.30).

* * *

Hace un año escribí contra el óxido.

martes, 4 de noviembre de 2008

Calentando motores

Este jueves, 6 de noviembre, la editorial Altaïr presenta su nueva colección de narrativa de viajes: Heterodoxos.

La colección arranca con cuatro libros, entre los que está el mío: Cuidadores de mundos. El biógrafo de los pedruscos, el constructor de calaveras, el hombre de las doscientas fuentes y otras memorias vivas del País Vasco y Navarra. Se pondrá a la venta el 5 de noviembre.

La presentación será el jueves 6 de noviembre a las 19.30, en la librería Altaïr de Barcelona (Gran Vía, 616: entre la calle Balmes y la Rambla de Cataluña).

A lo largo del mes presentaré el libro en otras ciudades: Madrid, Bilbao, San Sebastián, Pamplona y Zaragoza. Pronto daré más detalles sobre las presentaciones y sobre el propio libro.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Esto es el terrorismo (y esto, el nudismo)

Antes de pasar página del todo, hay que contar algunas cosas. Hay que mostrar el terrorismo.

A veces se discute si conviene divulgar lo que hacen los terroristas, si no será darles la publicidad que buscan. Algunos hasta piden un apagón informativo. Creo que debemos hacer lo contrario: contarlo todo, hasta el último detalle. No se trata de contar lo que dicen, sino lo que hacen. Lo que dicen: "lucha revolucionaria", "héroes del pueblo", "lucha contra la opresión", "libertad". Lo que hacen: cráneos reventados, cuerpos mutilados, charcos de sangre, sesos, vísceras.

El otro día, en Pamplona, no ocurrió una carnicería por cuestión de minutos y metros. Hubo coches ardiendo, cristales rotos y una veintena de heridos. Y hubo mucha angustia. Nuestros amigos estaban allí. Pasamos un buen rato sin saber qué les había ocurrido. Algunos de ellos nos han contado en sus blogs lo que pasó. Lo cuentan desde dentro. En sus relatos os encontraréis con la cobardía del terrorista y el coraje de sus víctimas. Hay que leerlos:

-Javi estuvo buscando a los suyos.
-Mònica hace el recuento de la gente que pasó junto al coche bomba unos minutos antes.
-Cuando explotó la bomba, Josean -con cuajo- dijo a sus alumnos que aguantarían trabajando, como los músicos del Titánic.

En Diario de Navarra, José María Romera escribió una columna titulada "Reclutamiento", en la que retrata a los tipos que aparcaron el coche bomba en la universidad. Copio un extracto:

"Los encargados de tenernos en vilo son ahora listos de estos, gente de alto cociente intelectual por cuya cabeza seguramente no pasa la tentación de saber, ni de aprender, ni de pensar siquiera. Se comprende que hayan atentado contra la Universidad, al fin y al cabo símbolo de todo lo que a ellos les resulta ajeno. Mientras unos cuantos pringados sin dos dedos de frente colocan explosivos, miles de universitarios asisten a sus clases para estudiar, mejorar, crecer y hacer futuro. Son dos concepciones algo divergentes de la juventud. Dos modelos de construcción social, por así decirlo. Uno esconde sus miserias bajo el disfraz de intrépido gángster, el otro se afana en alcanzar la excelencia hincando los codos. Es cierto que cuando actúa la fuerza bruta los primeros llevan todas las de ganar. Pero el tiempo del idiota es corto y no va más allá de lo que dura el ruido de la explosión. Una vez pasado el susto, vuelve el estudiante a su aula y la rata a su alcantarilla. Uno al reino de la luz, el otro al de las apestosas tinieblas".

El tiempo del idiota es corto.

Ahora vámonos a la playa nudista de Allendegui, a reírnos un rato. Qué bien me lo paso leyendo a Allendegui. Es un alivio.

* * *

ACTUALIZACIÓN: ¿Qué hicieron los alumnos de Periodismo después del atentado? Lo cuenta de maravilla Ramón Salaverría.

NUEVA ACTUALIZACIÓN. Escribe Ramón: "Ayer sábado por la tarde mantuve una sesión de trabajo durante dos horas con una decena de alumnos y alumnas de 3º de Periodismo, para analizar cuestiones informativas del atentado y para planificar trabajos al respecto. El matiz interesante es que fueron ellos quienes me convocaron. Sábado por la tarde, insisto. Y hay quien dice que son pasivos. Que se contentan con mirar el telediario. Que, en fin, no son periodistas. Ja. Estos días no me cabe el orgullo de ser profesor de gente tan buena como ésta".

viernes, 31 de octubre de 2008

El maestro Leguineche

Una de las pequeñas consecuencias del terrorismo es el tiempo que nos hace perder. Tenemos que perder tiempo hablando y escribiendo contra las burradas y luego, de rebote, contra los mezquinos que aprovechan las burradas para exponer los delirios de su mundo de indios y vaqueros.

Así que venga: ya nos han hecho perder bastante tiempo. Volvamos a lo mejor de la vida. En esa parte me encuentro con una persona buena que además es un periodista excelente. Acaban de dar el premio Euskadi de literatura a Manu Leguineche por su libro El club de los faltos de cariño, un libro de apuntes delicioso, que casi parece un blog, aunque supongo que en el fondo el premio es un reconocimiento a su trayectoria impresionante como periodista. Me alegré muchísimo al escuchar la noticia.

Hace un par de años, gracias a Lucía, tuve la suerte de compartir comida y sobremesa con Leguineche en su casa de Brihuega (Guadalajara). La Asociación de Periodistas Vascos le había concedido un premio. Y dado que la salud de Leguineche anda bastante tocada como para hacer viajes, unos cuantos socios, entre los que me colé, fueron a Brihuega a darle el premio y a entregarle regalos y leerle cartas de mil amigos. Recuerdo las de Miguel Delibes y Javier Reverte, aunque hubo docenas. El siguiente detalle gustará a Carletto, a Charly y a otros futboleros: entre tantas emociones, cuando de verdad se le escaparon unas lágrimas fue cuando le entregaron un pequeño león de bronce que le regaló el Athletic de Bilbao.

Leguineche me impresionó. A pesar de la enfermedad, mantenía una amabilidad, una dulzura y un buen humor admirables, y, sobre todo, una retranca con la que defendía su timidez y disolvía los halagos que aquel día le cayeron encima por toneladas.


Copio el texto que escribí hace tiempo en el blog de Lucía:

"Como cualquiera que haya leído sus reportajes y sus libros, yo sabía que Leguineche es un gran reportero. No argumento esta afirmación con detalle porque se trata de la faceta más evidente y porque en realidad me interesa subrayar otra cosa.

Entre los periodistas que se mueven por el mundo (en tiempos de guerra o en tiempos de paz) hay muchos reporteros brillantes. Pero me llama la atención un detalle. Los grandes maestros (como Leguineche y Kapuściński, por ejemplo) tienen la rara habilidad de escribir en primera persona y a la vez poner el foco en las personas y las historias que tienen alrededor. Saben contar sus propias andanzas para bajar al lector a pie de tierra, envolverlo en olores, calores y polvaredas, pero en lugar de deslizarse por la cuestita del ombligo nos cuentan el mundo.

Sin conocer a Leguineche más que por sus textos y por las pocas horas del otro día, creo que en el fondo el asunto es muy sencillo: es muy buen periodista porque es muy buen tipo. De esto me han convencido sus dos libros-collage (La felicidad de la tierra y El club de los faltos de cariño –creo que casi todos coincidimos en criticar este título :- )). En esos libros recoge recuerdos de toda su carrera y su biografía, escenas de su vida en Brihuega, pequeños retratos, reflexiones, apuntes al vuelo. Me admira que un hombre que ha vivido tantas guerras y tantas historias tremendas sea capaz, a los sesenta y pico años, de acercarse con tanta ternura y con una ironía tan bondadosa a las historias minúsculas de la vida. Y me he convencido de que Leguineche ha contado así de bien las guerras porque es capaz de contar así de bien las andanzas de su gata Muki o las partidas de mus con los paisanos: sin cinismo, sin dar sermones, sin vender motos, sin colgarse medallas.

En la sobremesa del otro día, a Leguineche le cayó encima una catarata de halagos. Se emocionó con las cartas de los escritores y periodistas amigos, con los regalos, con las llamadas. Pero hubo un momento de sobredosis de alabanzas, un poco de empalago -cuánto te queremos todos, qué gran trabajo has hecho, qué lecciones de periodismo nos has dado, eres una referencia para todos- y Leguineche sacudió las moscas así: “Yo lo único que he hecho ha sido trabajar, lo demás os lo habéis imaginado vosotros”.

Dice nuestro amigo Antonio –al ver una foto que le envié de Leguineche- que sigue creyéndose eso de que la cara es el espejo del alma".

Miseria

Me recuerda Lucía lo que escribí hace meses sobre cierta actitud carroñera y miserable: "Consiste en aprovechar el foco de luz pública que se ha encendido sobre una víctima para situarse en la luz y criticar un momento a esa víctima".

(Doy gracias a Francis porque sabiamente me ha hecho eliminar los tres largos párrafos que había escrito después de éste).

jueves, 30 de octubre de 2008

Vida y muerte en Pamplona

Estudié y trabajé muchos años en la Universidad de Navarra. Allí aprendí algunas de las mejores lecciones de mi vida y conocí a profesores y compañeros formidables. Allí tengo grandes amigos. Por eso vuelvo a menudo. De hecho, iré a dar una clase dentro de un mes, ahora con muchas más ganas de las que ya tenía, para hablar a los alumnos de Periodismo de algunas pequeñas historias en las que late la vida. Lo mejor de la vida.

Los tristes sicarios de la muerte no tienen ni idea de todo esto. No pueden entender nada. Tienen el cerebro podrido de odio y mentiras. Nunca comprenderán los motivos por los que la Universidad se recuperará del golpe y seguirá trabajando, como lo ha hecho tras los seis atentados que ha sufrido. Pronto pasaremos de nuevo por ese aparcamiento en el que han puesto la bomba, por el que hemos pasado mil veces y por el que pasan cientos de estudiantes y profesores todos los días, y seguiremos trabajando por lo mejor de la vida.

(La imagen es de John Rhodes | Alberto de las Fuentes para El Mundo).

* * *

Es un día muy triste. Nos encontramos y nos hacemos compañía en los blogs: Eresfea, J., Paco, Ramón, Pacotto, Luisgui, Allendegui, Sintomático, Eric...

Atentado en la Universidad de Navarra

Un coche bomba ha estallado en la Universidad de Navarra. Si alguien anda por allí y tiene noticias, puede contarlas en Vagón-bar, donde están recogiendo información. Gracias.

Pasen y lean

-Eric se ha ido a trabajar un año a Vietnam y lamenta estar tan lejos justo hoy, cuando el centro del universo queda a cinco minutos de su casa en Irún.

-"Antes te enseñaban a ser bueno o lo intentaban...". Otra joya de Eresfea. Permitidme que insista: leedlo, leedlo, leedlo.

-Y hace un año colgué una panorámica routiere marocain.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Proyecciones

Hoy y mañana doy un par de proyecciones. Por si a alguien le interesa:

-Hoy, 29 de octubre, a las 19.30: Vespaña, dentro del ciclo El rincón del viajero, organizado por el Ayuntamiento de Bilbao. En el Centro Municipal de Distrito de Begoña (calle Circo Amateur del Club Deportivo, 2, junto al polideportivo de Txurdinaga. Metro: Basarrate).

-Bihar, urriak 30, 20.00tan. Emanaldia: Mundu-zaintzaileak. Euskal Herriko hogei sekretu txiki. Espaloia Kafe Antzokia. Elgeta.

Amigos que traen el mundo

A la vuelta de algún viaje, Arantza, mi sherpa de Aramaio, me hizo una petición hermosa desde su valle alavés: "Ven a visitarnos y tráenos el mundo".

Acabo de recibir mensajes de dos amigos que andan de viaje y tienen el detalle de traernos el mundo. Y además saben traerlo muy bien, con unas referencias muy ilustrativas.

Dani-Caravinagre
pasa unos meses en el sur de Inglaterra, haciendo un curso intensivo de inglés que probablemente le sirva para diferenciar por fin years y days, y no volver a asustar a nadie explicando que llevábamos dos years en Groenlandia sin poder tomar el avión de regreso. Pues bien, Dani se ha escapado unos días a Escocia y ayer un escocés le explicó, así en frío, que las diferencias entre el idioma gaélico escocés y el gaélico irlandés son... "como las diferencias entre Osasuna y la Real Sociedad": notorias para los locales pero imperceptibles para los foráneos. Toma ya. (Yo añadiría que tanto los idiomas como los equipos corren grave riesgo de desaparición, unos más que otros, pero dejemos las analogías y los chistes para los comentarios).

Dani, además, ha bautizado las comarcas cercanas a Glasgow como ¡Nueva Ultzama del Norte! Dice que si bautizaron como Nueva Escocia un territorio en Canadá y como Nueva Escocia del Sur otro en Nueva Zelanda, por qué él no va a tener derecho. Aplaudo con las orejas.

Mientras tanto, Josema anda por Ecuador recorriendo el país y subiendo volcanes. A los pocos días de llegar intentó subir al Cotopaxi (5.897 metros). Cuando llegó a los 5.700 metros, decidió darse la vuelta porque entró una niebla muy cerrada. Además, tenía frío y sentía un fuerte malestar por culpa de la altitud. "Me precipité con la altitud", explica. "El malestar era como una resaca tras las Feria de Santo Tomás". Es una resaca muy precisa.

Unos días más tarde se acercó al volcán Chimborazo (6.310 m. y un dato curioso: es el punto más alejado del centro de la Tierra; venga, dadle unas vueltas al tema). Pasó varias jornadas en los alrededores, dando paseos y durmiendo en pueblos a 4.000 metros y en un refugio a 5.000. Ya no le dolía la cabeza ni la tripa ni nada: aclimatación ideal. Pero al despertarse se encontró una sorpresa: "No ha parado de nevar en toda la noche, y claro, se tapa la huella y la montaña se carga de nieve. Me ha dicho el guarda del refugio que no cree que se acerque nadie por lo menos en dos días, hasta que se endurezca la nieve. ¿Qué hago? Tooo pa bajo. ¿Me estaré haciendo mayor? Lo digo porque si esto me hubiera ocurrido hace diez años, me hubiera dado mucha más rabia. Creo que empiezo a ver las situaciones desde otro punto de vista".

Ahora Josema está en Riobamba. "No hago más que ver `hornados' y 'salchipapas', qué lujo. Las salchipapas me imagino que equivalen al lomo-pi-qué del Juantxo, por lo menos". (Traduzco: bocadillo de lomo, pimientos y queso del bar Juantxo, en la Parte Vieja donostiarra).

Y así pasamos el rato, un poco en Glasgow y un poco en el Chimborazo.

jueves, 23 de octubre de 2008

La zaborra precisa


(Cartel en Jaurrieta)

No sabía que la zaborra navarra fuera tan precisa. En euskera, zaborra significa basura, sin entrar en detalles. Y un vertedero, como el que señala este cartel, es un zabortegi. Pero en el valle de Salazar descubrí que para aquellos nativos pirenaicos la zaborra es algo mucho más específico. De la precisión léxica puede depender alguna multa, así que el asunto es serio: ¿qué es lo que está prohibido arrojar aquí, además de cascotes, piedra, tierra y hormigones?

Siempre me hizo gracia escuchar a un navarro castellanoparlante quejarse porque le había entrado una zaborrica en el ojo. Supongo que es una huella del euskera en el castellano de Navarra, como las hay tantas. El diccionario de la RAE recoge la palabra y dice que viene del latín saburra. Al parecer, en Aragón y en Andalucía el término se utiliza para referirse a piedras menudas.

¿Y en Navarra? Según la RAE, zaborra es un término coloquial navarro para designar la "suciedad formada por barro seco, restos vegetales, etc".

Hay riqueza hasta en la basura. Si supieran aprovecharla y aprendieran a llamar a las cosas por su nombre, dejarían de ciriquear tanto.

P.D.1: Como para no tener fuero propio (obra de nuestro navarrísimo).

P.D.2: He dicho que en euskera zaborra es basura y punto. Pero no. En el diccionario Hiztegia 3000 leo, sorprendido, que la primera acepción de zabor es "suciedad que flota sobre las aguas". No tenía ni idea. ¿Algún irakurle de este blog lo sabía? Luego resulta que el diccionario Elhuyar no recoge nada parecido. Dice que zaborra es "desecho, residuo, basura, resto, despojo". Contempla otras acepciones: "zarza, matorral, maleza"; "escombro"; "partícula de suciedad que entra en el ojo" (¡la conexión navarra!); "basura"; y, en Iparralde, "piedrecilla, grava".

P.D.3: Sigo indagando y leo que en latín saburra era el lastre de un navío y que en castellano es un término médico para designar la secreción mucosa espesa que se acumula en las paredes del estómago y también la capa blanquecina que cubre la lengua, causada por dicha secreción. Un asco, vamos.


Proxenetas contradictorios


Sería más lógico que el neón dijera "No te prives".

Validos

(Foto sacada en el valle de Salazar).

Que no salte la alarma. A falta de tildes, pensemos que quizá la palabra sea llana y que en la residencia vivan Álvaro de Luna, Juan Pacheco, Juan José de Austria, el duque de Lerma y el conde-duque de Olivares, bastante arrugaditos ya.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Noticia importante

El lunes recibí un mensaje de Bea, la madre de mi preciosísima ahijada Lucía. Decía así:

"Noticia importante:

LUCÍA SE HA CORTADO EL PELO

Estoy agotada de titulares enormes, así que he decidido poner en circulación mis pequeñas noticias. También creo que esa mirada arregla muchos lunes.
Un abrazo a todos,
Bea".

lunes, 20 de octubre de 2008

No es país para facebooks (3): avisos en Izal

El pueblecito salacenco de Izal está en el fondo de un circo montañoso, al que sólo se puede entrar por un desfiladero. Es una aldea pequeña, aislada, pero conserva una arquitectura imponente: un conjunto de casonas de piedra con puertas doveladas y ventanas geminadas, y el único hórreo de todo el valle. Estaba fotografiando una de las casas cuando apareció el dueño, un hombre de unos 70 años.


-(Carraspeo). Qué casa tan bonita.
-Bah, yo le prendía fuego.
-¿Y eso?
-Bah...
-Pero menudos muros, y menuda puerta tiene, con ese arco. Y esa ventana es señal de que la casa es buena, ¿eh?, una casa noble...
-Antes la ventana era una ventana doble, porque tenía un pilarico de piedra en medio. Ya ves que le falta, ¿no? [Recordé dos de mis palabras favoritas: parteluz y ajimez, que además dan muchos puntos en el scrabble]. Hace años, en esa habitación hicimos una cocina y entonces a la ventana le rompimos el pilarico del medio para que entrara más luz. Antes no se le daba importancia a estas cosas. Algún día lo volveré a poner, que ya se ve que es una cosa valiosa.
-Sí, la ventana es muy bonita.
-Lo que importa es que de la ventana para adentro haya comida.

Después de visitar Izal quería subir a la ermita de Nuestra Señora de Arburúa, del siglo XVI, colgada 400 metros sobre el valle de Salazar, un mirador estupendo.


(A la izquierda y abajo, el pueblo de Izal. A la derecha y arriba, la ermita de Arburúa. Haced clic para ampliar la imagen)

A la entrada del pueblo había visto una pista hacia Arburúa y pregunté al hombre qué tal estaba ese camino.

-¿Tienes un todoterreno?
-No, una furgoneta vieja.
-Bueno, la pista es de piedra y le han hecho unas zanjas para que corra el agua, pero si vas despacio y metiendo las ruedas con cuidado, yo creo que podrás subir.
Interviene otro vecino:
-¿Tú no subiste una vez con el doscaballos?
-Sí, hace años.
-Bueno -digo yo-, pues si usted subió con el doscaballos yo creo que podré subir con la furgoneta.
-Claro que sí. Lo único, cuando llegues a la ermita, pega un campanazo para que sepamos que has llegado.

Me metí por la pista y empecé a subir en primera por una cuesta de grava muy empinada y plagada de pedruscos y socavones. Qué digo socavones, si en alguno de esos agujeros yo creo que podría vivir una familia. A los cien metros ya me había asustado. Temía pegarle un golpetazo a los bajos o atascar las ruedas en alguna de las zanjas estrechas. Pensé que la furgoneta se iba a quedar allí para siempre. Pero tampoco podía darme la vuelta, porque el camino era estrecho y asomado a un pequeño talud, así que seguí para arriba, sudando frío, y recorrí medio kilómetro eterno hasta que encontré un pequeño ensanchamiento de la pista, lo justo para maniobrar -muchas veces- y dar la vuelta. Aparqué la furgoneta bien arrimada al talud, mirando pista abajo, y eché a andar hacia la ermita. El camino tampoco era tan largo como me habían dicho: bastaba una hora y cuarto para subir y bajar andando, entre pinos, robles y bojes.

A la ermita de Arburúa, renovada y reluciente, llegan el primer domingo de junio las procesiones de los siete pueblos del sur de Salazar (Uscarrés, Igal, Izal, Güesa, Iciz, Gallués y Ripalda). Por eso le llaman la romería de las Siete Cruces. Pasé veinte minutos en la cumbre, contando cuántos de esos pueblos se podían ver desparramados por el valle, contemplando el arranque de los Pirineos hacia el norte y la sierra de Arangoiti hacia el sur. Luego recordé que debía mandarles el mensaje de mi supervivencia a los dos hombres de Izal y me conecté al wifi de Arburúa (siempre tiene cobertura): tiré del cable y pegué tres campanazos alegres que resonaron de ladera a ladera en el circo de Izal.


(El messenger de Arburúa)

domingo, 19 de octubre de 2008

Abodi (2), el tercer versículo

Luego se retiró la niebla y aparecieron los bosques.







viernes, 17 de octubre de 2008

Abodi (1): paseo de la luna al sol

Ayer a las ocho de la mañana caminé por los altos de Abodi (altitud: 1.400-1.500 metros) y a mi espalda quedaba la luna llena. A esas horas ya estaba lejana y pequeña, pero durante la noche, vista desde el ventanuco de la furgoneta, parecía un gigantesco anuncio de queso roncalés brillando sobre los Pirineos.


Delante de mí estaba el sol, peleando por asomar entre la niebla.


A mi izquierda, los fiordos de niebla que inundaban la selva de Irati.


Ayer en Abodi a las ocho de la mañana, caminando entre la luna y el sol, palpando con las botas las praderas empapadas y mullidas, empecé a sentirme ligero, muy ligero, tan ligero que me parecía flotar. Creí que iba a volar pero en realidad era un leve bajón de azúcar. Apenas había desayunado una pera y un melocotón antes de echar a andar, y mi organismo es de alto consumo energético (el término científico es tragaldabas). Paré un momento, comí dos barritas de cereales y dos puñados de pasas sultanas, y caminé hasta el collado de las Alforjas (1.430 metros), donde un poste me indicó el camino para pasar, agachando un poco la cabeza, entre el cielo y la tierra.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Que viene internet


Internet es tan poderoso que ya llega hasta Abaurrea Alta, el pueblo más elevado de Navarra (1.032 metros).

El redactor de este cartel es un maestro que sabe tocar las teclas precisas:

1) expectación circense ("hemos venido a visitar Abaurrea Alta"),
2) prevención de temores ("no se necesita saber nada"),
3) estímulo local ("os mostramos fotos del pueblo en internet") y
4) un toque de misteriosa omnipotencia ("podemos buscar información sobre cualquier tema").

Bravo por la unidad móvil de internet. Ahí hay un reportaje.

De Chiquirrín a don


Calle dedicada a Francisco Eguinoa, Chiquirrín, un indiano de Garaioa que hizo fortuna en Argentina y pagó una escuela para niñas, el empedrado de las calles y una fuente con abrevadero en su valle de Aezkoa.

sábado, 11 de octubre de 2008

La mejor comida del año

El miércoles al mediodía recorrí los hayedos de Lauzaran (foto 1), bajé al barranco de Itolatz, subí a buscar el castillo de Arlekia (foto 2: unos enigmáticos muros medio derruidos, camuflados entre la vegetación como una ruina camboyana, que posiblemente datan de tiempos romanos) y bajé de nuevo hacia los restos de la Real Fábrica de Municiones de Hierro de Orbaizeta.




En Lauzaran, y antes en Azpegi y en Harpea, me habían caído chaparrones esporádicos durante toda la mañana. Cuando bajaba de Arlekia, ya a las dos de la tarde, empezó a jarrear. Llegué corriendo bajo el diluvio a la plaza de la Fábrica de Orbaizeta y me metí en la furgo. Me quité toda la ropa mojada por lluvias y sudores, me puse ropa seca, saqué el hornillo y un cazo, y calenté el potaje de lentejas preparado la víspera en la olla exprés.


Después de comer, coloqué las tablas y las colchonetas, me tumbé, me arropé con el saco y me quedé frito quince o veinte minutos. Me desperté con el repiqueteo del chaparrón sobre el techo de la furgoneta y en ese momento no deseé nada más.

viernes, 10 de octubre de 2008

Hace un año: Sotp.

Hace un año encontramos esta joya: una intervención artística plantada directamente sobre la ruda cotidianeidad, una apuesta tan lírica como inquietante que se clava en el tuétano de la rutina y los atascos de tráfico, atascos que son metáfora de los colapsos mentales de nuestra sociedad satisfecha pero desnortada. Esta obra arriesgada hace tambalearse la mirada clásica y plantea un diálogo a pie de asfalto entre el artista y el conductor, con una contundencia que no se recordaba desde tiempos de El Fary.


(Que nadie busque la obra: al poco tiempo, algún capataz embrutecido ordenó transformarla en un irrelevante stop. Sin embargo, el anónimo autor del sotp debe saber que agitó nuestras almas, nuestros abdominales y nuestras mandíbulas).


miércoles, 8 de octubre de 2008

Advertencia leal contra los libros de viajes

Me voy un par de días a patearme los rincones del valle navarro de Aézcoa. Pretendo subir a una montaña coronada por los restos de una torre romana, caminar por la segunda mayor selva de Europa, asomarme a varias cuevas, visitar una vieja fábrica de armas comida por la vegetación, ver hórreos y estelas, charlar con los habitantes del valle. ¿Para qué? Para reducirlo todo a unos cuantos centímetros cuadrados de superficie literaria.

Os dejo con el prólogo de Aventuras de una peseta, un libro viajero que escribió Julio Camba en 1942:

"Advertencia leal contra los libros de viajes

Hay quien envidia la suerte del escritor viajero.

-¡Las cosas que verán tales hombres en este mundo! -piensan algunas personas.

Pero en este mundo, y supongo que en todos, el pobre escritor no ve más cosa que una: artículos. Para la mayoría de las gentes, el desierto es el desierto, y el bosque es el bosque. Para el escritor, en cambio, el desierto es una crónica, y el bosque es otra crónica. Usted, amigo lector, me deja a mí frente al mar, pongamos por caso, mientras va a darse un pequeño paseo, y cuando vuelva, ¿qué creerá usted que he hecho yo con la azul inmensidad? Pues exactamente lo mismo que hubiera hecho con una iglesia románica, con un par de calcetines, con un discurso del Sr. Lerroux, con una puesta de sol o con un nuevo procedimiento para combatir la tuberculosis: la habré cogido y la habré transformado, reduciéndola a una superficie literaria de 150 centímetros cuadrados, poco más o menos.

(...)

El diabético convierte en azúcar todo lo que ingiere, el hepático lo transforma en bilis, y el escritor lo reduce a literatura, ya biliosa o ya azucarada. ¡Y aún hay quien aspira a conocer el mundo a través de los libros de viajes!

Los libros de viajes son una impostura, porque el escritor, que sólo ve sin prejuicios las cosas de que no habla, esto es, las cosas de una elaboración literaria más difícil, habla únicamente de las cosas que no ve, es decir, que no ve como tales cosas, sino como crónicas periodísticas o como capítulos de novelas. De mí sé decir, por ejemplo, que, obligado a veces a hacer un artículo, y disponiendo de una catedral gótica que había visitado momentos antes,y de la levita del gerente del hotel como materiales a elaborar, me he decidido por la levita del gerente y he despreciado la catedral gótica. Para cualquier tendero veraneante, aquella catedral, en cuya construcción habían trabajado sin descanso quince generaciones sucesivas de obreros y artífices, hubiera representado infinítamente más que una levita. Para el escritor, en cambio, la levita tenía mayor interés, y no porque fuera una levita maravillosa, sino porque era una levita grotesca.

Decididamente, si hay un modo peor de ver el mundo que como escritor viajero, es como lector de las impresiones de los escritores viajeros. Advirtámoslo sinceramente en el pórtico de este libro de viajes".

martes, 7 de octubre de 2008

Zzzzz

Hace un año, Francis me demostró su confianzzzzzza.

lunes, 6 de octubre de 2008

Fútbol inuit

Si en mi lecho de muerte echo en falta un par de horas para rematar algo, lamentaré las que perdí el pasado sábado viendo el horrendo Sevilla Atlético-Real Sociedad (1-0). Aquel caos de patadones sin rumbo, tropezones y movimientos descoordinados me recordó primero a un balet de monos y después a los inicios del fútbol esquimal.



"Ese año había en la Compañía un empleado escocés por el que los niños sentían un cariño especial. En verano decidió enseñar a los nativos a jugar al fútbol de verdad, no a su variante, que consistía en que todos los miembros de la comunidad, abuelas incluidas, tuviesen una oportunidad de patear la pelota en todas las direcciones posibles. Se había traído de Escocia un balón de fútbol reglamentario y, después de escoger la mejor extensión de terreno llano y cubierto de tundra que había entre nuestra casa y el antiguo puesto de la Compañía Comercial de Baffin, su amigo Kovianaktiliak y él clavaron dos pares de postes con una vieja red de pesca tensada entre ellos para que sirviesen de porterías. ¡Se acabaron las tonterías!

Hizo acudir a los jóvenes, chicos y chicas, que le observaban entre risas y ocasionales patadas al balón. Con gran seriedad les hizo parar y los dividió en dos bandos de once jugadores cada uno. John y Sam [los dos hijos pequeños del narrador] presenciaban los preliminares con gran expectación.

Para empezar el partido, dio un toque de silbato. No pasó nada, así que pito otra vez, y otra, hasta tres veces más. Los dos equipos se pusieron a bailar, intentando seguir el ritmo de los pitidos.

-¡No, no! -gritó el escocés-. Venid, os enseñaré.

Cogió a dos chicos y una chica y los dispuso como defensa frente a una de las porterías, después disparó la pelota hacia ellos con destreza. Los chavales se apartaron cortésmente para dejarla pasar.

-¡Eh, Tomasi! -le gritó al intérprete de la Compañía-. Hazme el favor de aclararles las cosas a estos jugadores, ¡cuéntales lo de los equipos, la defensa, el ataque!

Tomasi le escuchó y después explicó a los presentes en inuktitut algunas reglas del juego. Le dijo al escocés:

-Ya lo han entendido. ¡Empecemos!

Con otro toque de silbato el partido comenzó en serio, aunque no de la manera en que el árbitro lo había planeado. Nuestro hijo John, que entonces tenía cinco años, se incorporó al juego, y Sam, que no se pensaba las cosas dos veces a pesar de contar con tres años de edad, salió en pos de él, dispuesto a todo. El escocés, entusiasta del fútbol serio, se llevó las manos a la cabeza cuando vio a unas cuantas ancianas lanzarse al campo para propinarle su patada a la pelota. Luego se apuntaron hombres maduros y mujeres con niños en las capuchas, seguidos de varios cachorrilos de husky que se creían jugadores.

Saltaba a la vista que para John y Sam se trataba del mejor juego del mundo. A nadie le interesaba si había dos bandos y hacían caso omiso de las porterías. Su única meta era darle una buena patada a ese nuevo balón de fútbol escocés.

Si su primera impresión es que este juego no era más que un rudo entretenimiento, se equivocan. Es cierto que la base del juego no era un equipo en pugna contra otro, ni tampoco desde luego una persona contra otra. Ése no era el estilo de los inuit. El objetivo era dar lo mejor de sí mismos mediante intentos rápidos y habilidosos por controlar o disparar la pelota. No intentaban vencer a sus vecinos, ¿por qué iban a hacer algo semejante? Dependían de sus vecinos, quienes a su vez dependían de ellos. Además, vencer a otra persona no supondría para nadie más que un bochorno vergonzoso".

James Houston, Memorias del Ártico. Mi vida con los inuit. (Alba editorial, 2000).

En las dos siguientes fotos, también de Dani Burgui, podéis ver un entrenamiento del TM-62, equipo de fútbol de Kulusuk. El TM-62, que se entrena en el salón comunitario del pueblo, obtuvo su mayor gloria en el 2007, cuando alcanzó las semifinales del campeonato de Groenlandia y fue eliminado por un error arbitral.





Y en la siguiente foto podéis verme acosando a un habilidoso lateral groenlandés, en el partido disputado sobre la pista de aterrizaje del aeropuerto internacional de Kulusuk.



Más fotos groenlandesas de Dani Burgui.

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